La historia real de cómo una idea mexicana transformó nuestras tortillas, nuestra cultura… y hasta nuestros recuerdos familiares.
Apenas iba a almorzar cuando pasé por la tiendita de mi esposa y vi un paquetito de tortillas recién hechas, todavía tibias, acomodadas junto a la caja. No me resistí. Tomé unas cuantas, y me fui directo a la mesa.
Al darles la primera mordida, ese sabor tan nuestro (el maíz suave, cálido, familiar) me hizo detenerme un segundo. Fue inevitable pensar: “Estas tortillas están hechas con MASECA… ¿cómo una harina pudo convertirse en parte esencial de nuestra vida diaria?”
Y justo ahí, entre el aroma del almuerzo y esa textura que sabe a hogar, se me vino la pregunta:
¿Cómo llegó MASECA a ser la harina que prácticamente sostiene la mesa mexicana?
La pregunta parecía simple… pero no lo era. Porque detrás de esa tortilla que yo disfrutaba en ese momento, existe una historia poderosa: una mezcla de innovación, tradición, visión empresarial y el deseo de llevar un pedacito de México a todos los rincones del mundo.
Y hoy quiero contártela.
MASECA: Cuando una idea simple se convierte en una revolución cultural
Hablar de MASECA es hablar de un antes y un después en la historia de la cocina mexicana. Esta marca transformó uno de los alimentos más antiguos y sagrados de nuestra cultura "la tortilla" y lo llevó a un nuevo nivel, sin perder su esencia.
Todo comienza a finales de los años 40, cuando Roberto González Barrera visualiza algo que parecía imposible en aquel entonces: industrializar el proceso de la nixtamalización (esa técnica milenaria que permite que el maíz sea tan nutritivo y tan mexicano) y convertirlo en harina de fácil acceso para cualquier persona.
En 1949 se instala la primera planta de harina de maíz nixtamalizado en Cerralvo, Nuevo León, y con ello nace una marca que cambiaría para siempre la manera de preparar tortillas: MASECA, un juego de palabras que resume la esencia del producto: “masa seca”.
El nacimiento de la harina que conquistó México
Antes de MASECA, las tortillas se elaboraban a mano, moliendo el maíz nixtamalizado en metate o molino y amasándolo todos los días. Un proceso hermoso… sí, pero tardado, pesado y difícil de mantener en una ciudad con ritmos más acelerados.
MASECA permitió por primera vez:
-
Conservar la masa nixtamalizada sin que se echara a perder,
-
Distribuirla a larga distancia,
-
Estandarizar textura y sabor,
-
Agilizar la producción masiva de tortillas en tortillerías urbanas.
Resultado: México adoptó la harina de maíz como parte natural de su vida moderna, sin dejar atrás su raíz culinaria.
Crecimiento, expansión y el nacimiento de un gigante mundial
En las décadas de los 50, 60 y 70, MASECA empezó a expandirse. El país estaba creciendo, la urbanización avanzaba, y la necesidad de un alimento práctico, económico y nutritivo era evidente.
MASECA, bajo la empresa GRUMA, comenzó a instalar plantas en Estados Unidos, Centroamérica y más adelante en Europa. Lo que inició como una harina para preparar tortillas se convirtió en un símbolo de identidad para mexicanos en el extranjero.
Hoy, MASECA es la marca líder global de harina de maíz nixtamalizado, con presencia en múltiples países y con una infraestructura que pocos alimentos tradicionales han logrado igualar.
MASECA en la cultura popular: mucho más que una harina
Lo que hace a MASECA tan fascinante no es sólo su impacto industrial, sino su conexión emocional con la gente.
Todos tenemos un recuerdo con MASECA:
-
La abuela que hacía tamales cada diciembre,
-
La mamá que preparaba sopes para la cena,
-
La tortillería del barrio con su sabor inconfundible,
-
El mexicano en el extranjero que recuperó un pedazo de patria con sólo mezclar agua y harina.
Por eso, cualquier conversación sobre comida mexicana termina tarde o temprano en una tortilla… y casi siempre, en MASECA.
La modernidad trae polémicas: poder, mercado y tortilla
No todo ha sido lineal. El crecimiento masivo de MASECA también ha generado debates importantes, especialmente sobre:
-
Su dominio en el mercado de la harina de maíz en México,
-
Su relación con el precio de las tortillas,
-
Las investigaciones de organismos regulatorios,
-
La discusión sobre preservar el maíz nativo y la nixtamalización tradicional.
Y ese debate sigue vivo, enriqueciendo nuestra comprensión de la comida mexicana.
MASECA y su impacto global
Para millones de mexicanos fuera del país, abrir una bolsa de MASECA equivale a abrir un recuerdo.
Gracias a su expansión internacional, muchas comunidades migrantes han podido conservar su gastronomía, sus rituales de cocina y el orgullo de preparar una tortilla a la mexicana.
Regreso a ese mediodía con la tortilla caliente hecha con MASECA que detonó esta reflexión. Qué curioso que un bocado tan sencillo pueda encerrarlo todo: historia, familia, industria, identidad y evolución.
Mientras terminaba mi almuerzo pensé:
Cada tortilla tiene una historia. Y cada historia merece ser contada.
MASECA no es sólo un producto; es un capítulo vivo de México, un hilo que une generaciones, un puente que conecta a quienes están lejos y un recordatorio de lo que somos.
.png)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario